Es obligación moral del artista, renovar las formas y modos de expresar la belleza sobre cualquier soporte que lo permita. Acercando así el trasfondo de perfección que existe detrás del aparente caos reinante en el mundo.
Captar y poder transmitir esta armonía, debería ser la máxima aspiración de cualquiera que pretenda llegar a ser vehículo del absoluto para comunicarse con lo relativo.
De gran ayuda será abandonar el ego en tan grandiosa empresa, para permitir que lo inmaterial, haga del artista su principal aliado y punto de contacto con lo material, impulsando hacia delante el imparable devenir, que acabará dando sentido a todo.
El soporte carnal del artista, sus brazos, oídos, piernas, no es mas que un instrumento del Todo. No se diferencia en gran medida del pincel, el lienzo, el lápiz o el papel. Cinceles, batutas, violines o barro, son primos hermanos de nuestro cuerpo y mente, a la hora de facilitar la expresión de lo Divino en lo humano.
Bancho o no?